Sin límites para ser feliz

Hijo mío, ¿por qué entregarse a la tristeza? Melancolía y depresión no llevan a lugar alguno a no ser a la muerte o al hospital. Aprenda a ocuparse con cosas buenas, a percibir todo el lado bueno y vea cuanto falta todavía por realizar. Gente deprimida y triste no produce calidad. Es preciso dar más valor a usted mismo. La vida pide mayor calidad. Entienda que usted es responsable por todo lo que está ocurriendo con usted mismo. ¿Eso lo asusta? Pero es eso exactamente. Usted solo está así porque usted permite. ¿Sabe lo que le faltó, hijo mío? Faltó sentido de límite. Límite para usted y límite para los otros. Usted perdió el control de la situación y ahora lamenta, eso no ayuda. Actitudes derrotistas no resuelven, apenas profundizan los problemas. Es preciso primero concientizarse de que nadie es responsable por su infelicidad, a no ser usted mismo. Pero en compensación, solamente usted es capaz de revertir la situación. Quedarse en casa, preso en lamentaciones, deseando la muerte no hará a usted feliz, no traerá el sol para su vida. Levántese, arriésguese, modifique la situación. Organícese, vístase con mayor cuidado y cariño, aprenda a perfumarse con la sonrisa y salga por el mundo cantando y bailando para la vida. Abra una sonrisa larga en su rostro. Conozca y haga nuevos amigos, conozca personas diferentes. En el mundo, hijo mío, hay seis billones de personas. ¿Por qué adherirse apenas a este círculo reducido de gente deprimida? Salga para la vida y para vivir. Conquiste su espacio, su felicidad y su mundo. Depresión es para quien no quiere hacer nada. Quien trabaja por la propia felicidad y por la conquista de la vida no encuentra tiempo para lamentarse.