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Pérdida prematura de los hijos
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Pérdida prematura de los hijos
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Pese a la polémica existente hoy día en el seno espirita con relación al florecimiento de un espiritismo más orientado hacia la religión y el servicio al prójimo de lo que volcado al estudio empírico del fenómeno, me atrevo a colocar a continuación, la opinión (podría decir esclarecimiento) de Ramatís con respecto al interrogatorio que se le hizo con respecto a la finalidad y misión que tiene el espiritismo (doctrina kardeciana) desde su aparición y sincretización interreligiosa.
Aclaración: lo que leerá a continuación no es un determinante de directriz para la doctrina espirita (aclaratoria que hago a los espiritas ortodoxos decantados por la pureza doctrinaria) y puede tomarse como una opinión. No se admiten en el presente tema conductas proselitistas y sectarias orientadas a la difamación de este u otro autor de libros espiritas ni agresiones ideológicas dirigidas hacia adeptos de otras ideologías.
PÉRDIDA PREMATURA DE LOS HIJOS
Pregunta: Cuando un espíritu reencarna con una prueba dolorosa desde la cuna, sus padres también indirectamente sufren. ¿Qué causa justifica ese penar de los padres?
Ramatís: No hay injusticia ni punición inmerecida cuando tal cosa sucede, pues tanto los padres como el reencarnante están ligados por las mismas culpas y débitos asumidos en el pasado. La Ley Kármica es muy justa y en su ecuanimidad sólo reúne en pruebas rectificadoras semejantes, aquellos que son culpables de alguna insania espiritual. ¡Cuántas veces los padres de hoy son los responsables por los crímenes cometidos en el pasado, sobre aquellos que después reencarnan como sus hijos! Entonces deben cumplir severa obligación de elevarlos moral y espiritualmente, amparándolos para que alcancen condiciones superiores. De la misma forma, innumerables hijos participan de las pruebas dolorosas de sus padres y se encuentran vinculados por débitos semejantes. En los hogares terrenos es muy común que los verdugos y las víctimas se ajusten espiritualmente, adheridos a los mismos intereses y necesidades. Las viejas cadenas de odio atadas en el pasado comienzan a desatarse bajo la unión consanguínea de la familia terrena.
Pregunta: ¿Y en los casos en dónde los hijos desencarnan prematuramente, no causan dolores injustos a sus padres?
Ramatís: Cuando el espíritu regresa prematuramente al astral, no es para que los padres sufran dolores calculados por la Ley del Karma; sucede por un acuerdo espiritual en donde se establece, que el alma deberá desencarnar temprano en la Tierra; por eso nace en el hogar de aquellos, que por deudas pasadas deberán perder el hijo en tierna edad, ya sea por desencarnación prematura o porque fueron responsables de situaciones semejantes.
Pregunta: ¿Actuando de esa manera, la Ley del Karma representa punición, perfectamente encuadrada en el concepto del "ojo por ojo y diente por diente"; no es verdad?
Ramatís: Hay equívocos en vuestra interpretación, porque el principal motivo del sufrimiento o pago kármico de las criaturas terrenas, siempre es por falta de Amor y porque aún predomina la dureza en sus corazones. El papel de la Ley Kármica en su principal función, no es la de punir los delitos de los espíritus, por encima de todo, es desarrollar el sentimiento del amor que se encuentra en forma embrionaria en la mayoría de los hombres. El sentido rectificador de la Ley del Karma es de naturaleza moral y no penal.
Los padres que sufren el dolor de perder a sus hijos en edad infantil, se explica, que sean castigados por haber sido negligentes con otros descendientes en el pasado; en verdad, se encuentran comprometidos y se someten a un proceso de técnica sideral que les rectifica los impulsos psíquicos destructores, avivando el sentimiento amoroso adormecido en el seno de su alma. En ese caso, la implacabilidad de la Ley actúa bajo el concepto que "cada uno ha de recoger conforme a lo que siembra", en vez de aplicar el concepto draconiano del "ojo por ojo y diente por diente". Se rectifica el "motivo" que generó el pecado en la existencia pasada por falta de amor. Gracias a esa terapéutica dolorosa, desencarnan prematuramente los hijos de padres culpables en el pasado y se activa en éstos, espontáneamente, la razón de un nuevo amor que aun teniendo comienzo en un efecto egoísta se ha de enternecer bajo los dolores agudos de la recordación de los seres queridos que parten más tempranamente.
Pregunta: ¿Aquéllos que sufren el dolor inconsolable de perder a sus hijos en tierna edad, son aquéllos que deliberadamente los destruyeron en otras vidas, debiendo soportar ahora esas pruebas atroces?
Ramatís: No todos los que pierden sus hijos en temprana edad destruyeron a otros descendientes en el pasado. Esas pruebas dolorosas y rectificadoras del espíritu, se subordinan al grado de sentimiento amoroso que precisa desarrollarse en los padres de acuerdo a su mayor o menor sentimiento egocéntrico. Es un proceso que activa y apura en el receso del alma, el amor hacia los hijos y que en el pasado fuera muy descuidado. Varían las formas de los delitos y en consecuencia, también varían las pruebas futuras en lo tocante a la pérdida prematura de los hijos.
Pregunta: ¿Nos podéis explicar algunas de esas formas de delitos, a que os referisteis?
Ramatís: Os explicaremos; pero insistiremos en deciros nuevamente que si tales delitos sentencian kármicamente a los culpables a futuras pérdidas de hijos, eso no indica que haya determinación punitiva por parte de la Ley del Karma, sólo es un proceso técnico espiritual y rápidamente eficiente que hace manifestar en el espíritu indiferente el sentimiento de amor que aún le falta.
Esos delitos pueden consumarse por diversas causas, entre ellas, el aborto voluntario, los operaciones quirúrgicas provocadas para huir a la responsabilidad de procrear, la despreocupación odiosa en la enfermedad de los hijos detestados, la crueldad en el castigo excesivo, la donación innecesaria de los hijos por indiferencia, por comodidad o preconceptos sociales por negligencia al dejarlos sucumbir por falta de asistencia o amparo. Sin duda, que el mayor delito es el de matar al hijo a propósito, como sucede entre muchas mujeres infelices, algunas de las cuales lo hacen por miedo de enfrentar la maledicencia del mundo y otras, por una invencible aversión kármica hacia el espíritu adversario del pasado que se amparó en sus entrañas.
Indiscutiblemente, todos los delitos que enunciamos, identifican y comprueban que se cometen por falta de amor de sus autores, pues si hubiesen tenido despierto ese sentimiento sublime, ninguno de esos delitos se habría consumado aunque exigiese la vida propia el realizarlos.
Es suficiente un rápido examen para verificar, que si hubiese comprensión amorosa del sentido que su vida en la carne también se la deben a otros seres que los precedieron en el camino, pero que fueron dominados por la tierra disposición de crear. Si hubieran pensado así no sólo habrían evitado las terribles expiaciones en el Más Allá de la tumba, sino, que aún se librarían de las terribles amarguras que les espera en vidas futuras, cuando se inclinen sobre el cajón mortuorio del hijo amado que parte prematuramente.
Pregunta: Se nos ocurre reflexionar, que esos delitos mencionados parecen referirse exclusivamente a la responsabilidad materna. ¿Entonces, cuál es la culpa del padre, cuando está sometido a pruebas tan dolorosas como la pérdida prematura de sus hijos?
Ramatís: Dentro del mecanismo perfecto de la Ley del Karma, el esposo que es sometido a la prueba angustiosa de la pérdida prematura de los hijos, obviamente responde por motivos que pueden encuadrarse en los siguientes delitos del pasado: que indujo a su compañera al aborto, al infanticidio o a la operación "anticonceptiva"; abandonó a la familia y a los hijos, librándose de la responsabilidad paterna o los torturó cruelmente por haber presentido que encarnó algún adversario espiritual. Es justo, por lo tanto, que un padre en tales condiciones deba someterse en lo futuro a la prueba dolorosa de verse privado de sus descendientes, los que desearía crear y al no verse correspondido despertará el sentimiento del amor y sensibilizará también el corazón.
Pregunta: ¿El sufrimiento de los padres pecaminosos, en las existencias futuras, se iguala a la naturaleza de sus delitos practicados en las vidas anteriores?
Ramatís: No podemos detallar todos los recursos de que se sirve la Ley del Karma en su aplicación metódica para elevar el padrón espiritual de los seres; pero podemos afirmar, que la "siembra es libre, pero la cosecha es obligatoria". El proceso kármico de rectificación espiritual, es severo y siempre se desarrolla atendiendo a la justa necesidad de renovación espiritual, y no como una venganza o cólera de Dios que castiga a los culpables.
Vosotros sabéis perfectamente, que un hombre bueno, en un momento de cólera impensada comete un homicidio, la Ley lo trata con más indulgencia que al hombre malo o asesino profesional. El primero requiere un proceso compulsorio más doloroso, para que la sensibilidad de su conciencia le permita meditar sobre el crimen y purgarse con el hierro candente del remordimiento. En el segundo caso, está curtido por los crímenes y es incapaz de ejercer la "autocrítica" acusadora o poseer el remordimiento purificador, y ha de exigir un plano de dolores más atroces para lograr despertar las fibras de su corazón endurecido.
De la misma forma, los delitos cometidos en el pasado por los padres culpables, aunque a veces sean iguales en su origen y acción, pueden variar las condiciones del pago futuro. La madre que mata al hijo en un momento de locura por no poder eludir la miseria insidiosa, de modo alguno será tratada por la Ley Kármica, que es justa y sabia, de la misma forma a la mujer que mata al fruto de su carne porque teme a la maledicencia, el sacrificio social del nombre o porque no desea abdicar de los placeres del mundo.
Pregunta: ¿Cuándo los progenitores culpables son sometidos a la prueba dolorosa de perder a sus hijos queridos, de qué modo se les desenvolverá el amor que no tenían en el pasado?
Ramatís: Despertar el potencial de amor en los padres delincuentes de otrora, se produce en la esfera principal del psiquismo, pues el dolor producido por la pérdida del hijo querido se transforma en una divina fuerza centrípeta, que concentra y apura todas las vibraciones dolorosas en el crisol depurador del espíritu. Bajo la envoltura de los cuerpos físicos permanece el alma inmortal, cuya memoria etérica se engrandece v se sublima por el amor v el heroísmo en las vidas humanas. Todas las equivocaciones del pasado se rectifican bajo el estilete del sufrimiento dirigido por la pedagogía sideral.
En cada existencia, el espíritu es abatido por las inclemencias de las vicisitudes morales y los sufrimientos físicos; más la renovación sidérea interior no siempre resulta conforme a los acontecimientos trágicos ocurridos en el escenario físico. El castigo corporal, la aislación en la cárcel y el comentario acerbo de la prensa diaria, no consiguen abatir el cinismo y despertar el sufrimiento moral en el delincuente empedernido; la más simple duda de honradez sobre un hombre justo, lo hace sufrir desesperadamente. Lo mismo sucede con el efecto de las pruebas kármicas de los padres culpables en el pasado; para algunos, la simple imposibilidad de concebir un hijo ansiado significa una profunda tortura; para otros, la tragedia dantesca que se cierne sobre el hogar y destruye hasta la familia que de modo alguno les conmueve en su dureza, ni activa el amor que aún está petrificado por el pasado de ignominia.
He ahí porqué la Técnica Sideral acostumbra a emplear métodos de la más alta eficiencia correctiva y conforme a la psicología y al grado de sensibilidad psíquica de los espíritus culpables, provocando exclusivamente la eclosión del sentimiento amoroso que les falta y no de acuerdo al delito cometido en el pasado, si no fuera así, podríais acusar a la Divinidad de crueldad con sus hijos, pues estaría actuando bajo la Ley del "ojo por ojo y diente por diente". En ese caso, sería punida la cantidad del crimen y sacrificada la cualidad del sentimiento de amor que debería existir en el alma delincuente.
De ahí emana el hecho, que un mismo tipo de crimen puede revelar psicologías criminales diferentes y hasta opuestas, aunque dos crímenes se parezcan en su forma, pudiendo variar la aplicación del proceso de rectificación espiritual. Mientras la montaña de piedra requiere una poderosa carga de dinamita para quebrarse, para hacer la estatua es suficiente el trabajo lento e incisivo del cincel. Así relativamente, la Ley del Karma también actúa sobre las almas culpables por los delitos semejantes, encaminándolos hacia sufrimientos cruciales pues aún se encuentran petrificados por la impiedad, necesitando una terapéutica rectificadora más acerba, pero también impone un programa doloroso, aunque más suave a los corazones sensibles que fueron víctimas de su emotividad traicionera.
Por lo tanto, la madre criminal que mató por piedad, desesperación o miseria, aunque pueda sufrir en lo futuro la prueba de los hijos enfermos, los verá sobrevivir sin el dolor de perderlos prematuramente; mientras tanto, aquélla que los mata por odio o por huir de la responsabilidad materna, aunque sea una falta semejante, requiere en el futuro la rectificación por el dolor, causada por la separación del hijo querido.
Pregunta: Apreciaríamos que nos dieseis un ejemplo más concreto, para valorar mejor, cómo se desenvuelve ese amor en los padres que son probados por haber matado o abandonado a sus hijos en vidas pasadas.
Ramatís: Para mayor claridad del asunto, reduzcamos los delitos a una sola forma y veamos cuáles son sus probables consecuencias kármicas futuras. Supongamos el caso de un padre, que en vidas pasadas repudió a su hijo porque era feísimo, deformado, enfermizo o de raciocinio perturbado. Delante de la Ley Kármica, ese padre demostró que estaba incapacitado al punto de despreciar al alma atribulada que vino a suplicar amparo en su hogar terrestre, para soportar su más terrible prueba de humillación física. Si en su corazón existiese la más diminuta forma de afecto o piedad, es evidente que se hubiera apiadado del infeliz descendiente, prodigándole el cariño y las atenciones más exigibles porque era víctima de una lesión corporal.
Bajo las directrices de la Ley Kármica de rectificación espiritual, ese padre delincuente es un necesitado de cuidados espirituales; no sólo por haber repudiado a su hijo infeliz, sino, porque aún no sabe amar. Y si el principal objetivo de su vida espiritual es desenvolver el amor adormecido en el receso de su alma, la Ley establece el plan del fallecimiento prematuro del futuro hijo sano y hermoso, que por tener esa cualidad, ha de ser egoístamente amado en la próxima existencia.
Pregunta: ¿Cómo será inducido ese padre para que ame a su hijo futuro, si en su alma persiste la misma falta de amor que padecía en el pasado?
Ramatís: La Técnica Espiritual sabe actuar con extrema sabiduría y aprovecha el potencial adormecido en las almas culpables, sirviéndose de recursos eficientes, aunque dolorosos, que actúan como verdaderos "excitantes" o "multiplicadores" de frecuencia amorosa aún deficiente. En base de haber pecado por el desprecio y repudio hacia el hijo indeseable, feo, deforme, enfermo o débil mental, la Ley lo ajusta con otro hijo sano, bello o sumamente inteligente —con una corta encarnación— que se vuelve su incesante motivo de pasión y goce egoísta. Feliz y envanecido por ser el blanco de la admiración ajena, pero ignorante de las futuras pruebas dolorosas que lo esperan, se deja fanatizar por la adoración incontrolada.
Algunos padres viven casi exclusivamente alrededor de su diosecito del mundo. Todo eso no deja de ser pasión egocéntrica y vanidosa, generada por la imagen agradable de la carne que tuvo forma feliz; poco a poco se han de ir cambiando las emociones en los corazones de los padres en falta; la Ley los somete a los climas más emotivos y contradictorios, intercalándoles fases de alegría y de angustia, ventura y miedo. La simple premonición de cualquier enfermedad en su querido descendiente, es bastante para entristecer sus almas; las enfermedades constitucionales de la infancia acumulan dolores y preocupaciones. Entonces, el hijo adorado de aquel hombre de nuestro ejemplo, nacido hace poco tiempo, bello, sano o inteligente, se vuelve el motivo de incesante tranquilidad y sirve para apurar la sensibilidad amorosa que comienza a despertarse en el padre y también empieza a vivir escenas, exactamente opuestas a las del pasado.
Antes se alegraba por la simple idea, que un accidente trágico o una enfermedad irreparable pudiese aniquilar a su hijo repudiado, por haber nacido feo, enfermo, débil o deformado. La esperanza que sustentaba en el pasado de ver morir pronto a su hijo perturbado, porque significa una profunda humillación para los esposos, delante de otros progenitores felices, se transforma en esta existencia, en un ardiente deseo, para que sobreviva a cualquier costo el descendiente perfecto y gloria de la familia.
Sometiendo a las almas delincuentes del pasado a procesos de profundidad espiritual, la Ley Kármica, de causa y efecto, consigue extraer de la veta del corazón, el precioso mineral, que es el amor. Al comienzo, el filón del amor será explotado por la vanidad, interés y egoísmo, después se sublima en la ternura, en el sacrificio y en la renuncia, demostrando que la Divinidad posee recursos para lograr el objetivo deseado. Los padres culpables invierten el sentido de sus pasiones reprimidas en el pasado por el despecho de la deformidad de los hijos, para terminar interiormente fascinados por sus descendientes, que más tarde exaltan las tradiciones de la familia o provocan la admiración ajena. Se abandonan efusivamente a un amor delirante, mezclando la vanidad con los extremos de ternura y orgullo con la adoración. Sucede justamente, el reverso de lo que le sucedía en el pasado cuando se encontraba delante del hijo lesionado por el destino, y hacía todo lo posible por molestarlo y expulsarlo de su presencia, terminando por apartarlo en la frialdad de los orfanatos, la impiedad de los tutores sádicos o de las madrinas histéricas.
Pregunta: ¿Podemos suponer, que después de ese experimento rectificador, proporcionado por la Ley, los corazones de esos progenitores se encontrarán suficientemente desarrollados, para que más tarde amen a otros hijos menos agraciados por la naturaleza?
Ramatís: A pesar de tanto júbilo y emotividad a flor de piel hacia los hijos, no es posible decir que consiguieran la debida compensación en la falta de amor que los hizo delinquir en el pasado.
Es verdad, que aun siendo una pasión activa por la configuración carnal y las dotes excepcionales del feliz bebé, ya se comprueba que germina el sentimiento, que en el futuro hará surgir el amor en sus corazones recalcitrantes. Mientras tanto, no tienen derecho al goce completo en la existencia rectificadora, porque sería un flagrante error por parte de la Ley, como si ella premiase a los culpables, y la muerte extendiera sus alas lúgubres y cortara la vida del hijo adorado, casi siempre, cuando el júbilo de la familia es más intenso. Es obvio describiros el dolor intenso y el sufrimiento atroz que padecen esos corazones, heridos por la supuesta impiedad de Dios, que les roba el hijo querido.
Su muerte, puede provocar acerbas blasfemias contra el Creador; tal vez calle por largo tiempo la alegría de la madre herida en lo íntimo del corazón, mientras que el padre se deja dominar por la rebeldía sistemática contra todos los dictámenes de la vida religiosa o revelaciones espirituales. Pero la Ley Kármica, en su infinita sabiduría, siempre logra el éxito de sensibilizar los corazones indiferentes en el pasado, preparándolos con rigor, para convertirlos en tiernos y amorosos para otros efectos futuros. La recordación que aún los envuelve, causada por la partida del ente querido, continuará manteniéndoles viva la imagen del hijo que contribuyó como un verdadero "detonador" del amor, que se encontraba adormecido en la frialdad de las almas que lo adoraban.
Pregunta: ¿Ese amor, sólo puede despertarse a través de los hijos bellos, sanos e inteligentes, que más tarde desencarnan para avivar los sentimientos paternales adormecidos?
Ramatís: No debéis olvidar, que no estamos ajustando al ejemplo de un padre, que debido al abandono de su hijo deformado, débil mental o adversario espiritual, requería la terapéutica rectificadora de perder prematuramente otro hijo, bello, sano o inteligente. La ley dispone de diversos recursos para incentivar a los padres delictuosos y despertar el amor latente en sus almas, sin necesidad de someterlos exclusivamente a la prueba de perder los hijos bellos o sanos. El espacio exiguo de esta obra no nos permite analizar la multiplicidad de acciones y reacciones de "causa y efecto", que se aplican bajo la visión sabia de los Mentores Siderales cuando precisan promover la rectificación espiritual de los diversos delitos de padres comprometidos con los hijos en encarnaciones anteriores.
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